ejercemos nuestro derecho a expresarnos, conocer y disfrutar

Ejercemos nuestro derecho a expresarnos, conocer y disfrutar

porque creemos que tod@s somos artistas y queremos vivir

expresándonos íntegramente, porque es una necesidad pintar y no un pasatiempo, porque el juego dramático nos ayuda a conocer y conocernos, porque nuestros pensamientos se pueden bailar y la alegría no nos deja estar quietos!!

viernes, 15 de julio de 2011

Tìteres en el Hogar de Ancianos


El año pasado estrenamos Las aventuras de Mongorito Flores y la Cucarachita Eusebia en el Hogar de Ancianos de El Bolsón. Queríamos hacernos ese regalo. Cuando llegamos abuelas y abuelos nos estaban esperando para ver de qué se trataba aquello. Nuestra breve escenografía ya estaba en el living del Hogar y las abuelas y los abuelos alrededor, en sus sillones, alguno en silla de ruedas, alguna con su andador al lado. Estábamos a punto de comenzar la función cuando Betina se da cuenta que en la otra punta del edificio, en el comedor, una abuela lloraba. Es Magdalena, le digo. Cumplió 101 años, está muy viejita y le lagrimean los ojos ... No, me dijo Betina, está llorando. Nos acercamos. Magdalena hacía un esfuerzo por vernos, dos bichitos con antenas y naríz que le hablaban con unas voces caricaturescas. ¿Qué pasa abuelita? ¿Por qué estás llorando? Gritame acá en el oído que soy sorda. Estoy muy triste porque va a haber una función de títeres y yo no veo ni escucho. Las lágrimas bajaban por sus mejillas y caían en los pliegues del chal. 
Conversamos un ratito, queríamos saber cómo hacer para que ella disfrutara de los títeres. Nos contó Magdalena que si los títeres fueran pequeños, tan pequeños que entraran en el mantelito de tomar el té, con la luz del sol entrando por la ventana, ella los podría ver. Y nos fuimos a vivir las aventuras de Mongorito y Eusebia al living, y le contamos a abuelas y abuelos el por qué de nuestra demora, de las lágrimas de Magdalena ... y el por qué del nudito en la garganta.
Unos días después fuimos a hacer una pequeña  función para Magdalena. Llevamos en nuestros corazones esa deliciosa e inolvidable tarde. La historia nos la contó ella misma cuando llegamos. Y luego, con los títeres, Betina y yo la recreamos. Qué hermosa historia, dijo Magdalena. Se parece al cuento que yo les conté. Gracias. Qué maravilla. Betina y yo decimos lo mismo. ¡Gracias Magdalena, qué maravilla!
Estábamos tan metidos en el encuentro, en lo que Magdalena nos decía y en la historia, que no nos dimos cuenta que Mercedez estaba filmando. 
Gracias. Podemos compartir unos minutos de ese día. 

1 comentario:

  1. que dulce Magdalena!!!........ la verdad si un día no pudiera ver ni escuchar a los títeres yo también lloraría!!!!...... Tenés mucha razón, ¡No se puede menospreciar a los animales! ¡Magdalena te quiero!

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